viernes, 15 de agosto de 2008

Jesús purificó el templo ¿y nosotros qué?


Juan 2:13 al 17 nos da una prueba más de lo importante que es "tener celo" por las cosas de Dios.

Si hay algo en estos versículos que me estremece es que hasta el día en que Jesús entró en este templo y en un acto de "santa ira" (la ira de Dios es TAN SANTA como su amor), volcó mesas , esparció las monedas de los cambistas, azotó cuerdas y ojo con esto: "echó fuera del templo a todos". ¿Nos hemos detenido lo suficiente a meditar en lo que hizo el Señor?


Hasta el minuto en que Él llevó a cabo este acto de purficación o limpieza, la Biblia NO señala que hubiera ni una sola persona que estuviera descontenta o incomoda por lo que pasaba cotidianamente en el templo, el cual el Señor había dicho (y les recordó en ese minuto), debía ser CASA DE ORACIÓN y había sido convertido en cueva de ladrones. ¿Fuertes palabras, no?


Estoy seguro que muchos defensores de la mal entendida consigna "Dios es amor", (porque ciertamente lo es y en esta enseñanza hay una gran prueba de ello), hoy día acusarán al Señor de "falta de amor o dureza" (como se hace hoy con aquellos que predican la verdad sin adornos) o dirán que tal vez Jesús no había tenido un buen dìa y se desquitó con la gente, pero la Palabra de Dios que NO MIENTE, es clara en afirmar los motivos que tuvo el Señor. Aunque Él no le dió explicaciones a nadie por su conducta, sus discípulos recibieron luz al respecto. El verso 17 dice: "entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: el CELO de tu casa me consume".


Queridos hermanos y consiervos en Cristo, Jesús a causa de Su celo por las cosas de Dios, se echó a todo el mundo encima. Los religiosos hallaron en este acto de santidad más motivos para matarle, pero los verdaderamente suyos aprendieron una lección que posteriormente pondrían en práctica: "se debe ser celoso en la obra de Dios".


Celoso en la manera en que llevamos a cabo el servicio, celoso en qué se canta, celoso en quién canta, celoso en cómo sostenemos la obra, celoso en qué se predica y en quién predica.

No basta con tener gente liderando diferentes ministerios es necesario contar con la gente idonea.


El celo consumía al Señor, porque Él amaba a la gente, amaba la obra y tenía un verdadero compromiso con ella. Por todo lo anterior, El purificó y, nosotros, qué?