jueves, 5 de junio de 2008

El Modelo Parental I (Nunca es Tarde de Radio Armonía)

Proverbios 30:11 "Hay generación que maldice a su padre y a su madre no bendice"

Triste declaración pero describe con bastante exactitud la actitud que tienen los hijos hacia sus padres en la actualidad.
En esta ocasión me referiré al modelo parental, el cual es un tema demasiado relevante como para dejarlo pasar. Aunque lamentablemente, hoy por hoy es un tema olvidado. Sin embargo, nuestra responsabilidad como padres no puede (ni debe) ser relegada a ninguna institución, bien sea el colegio o jardín infantil u otro, ni a persona alguna, asesoras del hogar, profesores, etcétera.
No es correcto, primero, porque ninguno podrá desempeñar este rol mejor que nosotros y en segundo lugar, simplemente porque son nuestros hijos y es nuestro deber, después de haberlos traido al mundo, encaminarlos por el.

El Modelo Parental tiene que ver con nuestra capacidad y habilidad de ser ejemplos deseables a seguir por parte de nuestros hijos. Está absolutamente claro que nuestros hijos siempre están en busca de modelos. Frecuentemente encuentran estos model0s en algún personaje de la televisión o de alguna banda musical. El riesgo con esto es que esos modelos a menudo no son lo que en verdad conviene a nuestros hijos.

Dios desea que el principal modelo para ellos seamos nosotros mismos. En efecto, nosotros tenemos la gran posiblidad de formar o deformar la personalidad de nuestros hijos mediante nuestro propio ejemplo. Por esto es que no podemos tomar a la ligera nuestro rol como modelos para ellos, porque las conductas que ven en nosotros son las que ellos entienden como adecuadas, o al menos, permitidas: "si mi papá (mamá) lo hace, entonces, yo también lo puedo hacer".
El Apóstol Pablo decía "sed imitadores de mi, como yo de Cristo ¿Somos un modelo que ellos puedan imitar? ¿Es mi manera de vivir, el parámetro adecuado para la vida de mi hijo(a)?

La mejor enseñanza que nuestro hijos reciben no se transmite mediante instrucciones verbales sino mediante nuestro propio ejemplo. Los hijos no aprenden tanto cuando les decimos que hagan algo, como cuando nos ven a nosotros mismos hacerlo.
¡¡Si quieres que tus hijos oren, no basta que los mandes, ellos deben verte orar!!

Esto se aplica a cualquier otra conducta que deseemos. Además, hacerlo nosotros primero nos faculta para poder requerirlo.
Ellos desean ver en nosotros las cosas que les exigimos. Si exijo orden, debo ser ordenado, si exijo respeto, debo ser respetuoso, si exijo consideración, debo ser considerado, si exijo honestidad, debo ser honesto y así sucesivamente.

Muchas veces "provocamos a ira a nuestros hijos" (ver efesios 6:4), exigiendo de ellos cosas que nosotros mismos no hacemos. Ellos al ver esta actitud nos tildan de injustos, de hipócritas y perdemos autoridad frente a ellos. ¿Cuántas veces somos nosotros la piedra de tropiezo que les impide acercarse al Señor? Nos ven diciendo una cosa y haciendo otra.
Fallamos al exigirles algo que nosotros mismos no estamos dispuestos a dar.
La autoridad no es lo que impongo sobre alguien (eso es autoritarismo), sino lo que recibo de alguien como reconocimiento a mi actuar.

Nuestros hijos tienen la necesidad natural de ser liderados, por eso siempre están buscando algún modelo a seguir. ¿Por qué tener que buscarlo fuera de casa si puede hallarlo dentro, en nosotros? Pero a veces no les dejamos alternativa. Sobretodo los jóvenes, se sienten tan decepcionados de nuestro pobre proceder como padres (no olvidemos que ellos son muy exigentes, pero el Señor también lo es), que prefieren imitar modelos foraneos, los que en su mayoría no representan lo que nosotros desearíamos para ellos. Al consultarles por esto tus hijos dirán: "Quizá este modelo (cantante, actor u otro) no sea el mejor, pero al menos es genuino"

Francamente, a veces los hijos se rebelan porque nosotros les damos motivos. Esa es la razón por la que el Señor nos manda "no provocarlos a ira, sino criarlos en disciplina (y amonestación) del Señor)". La rebelión en ellos, muchas veces es una manifiestación de descontento.

Por tanto, es preciso recuperar nuestra capacidad de liderazgo en casa y sobre nuestros hijos. Ellos deben vernos como algo más que la persona que da órdenes o compra las cosas que se necesitan. Nuestro rol es mucho mayor que esto. Somos llamados a guiar y dirigir este barco llamado familia. Necesitamos detener nuestro rápido vivir (¿o sobrevivir?) para analizar y reflexionar sobre qué clase de vida estamos llevando y desde luego, si es necesario, replantear nuestro rol como líderes de nuestro hogar. Recordemos que un verdadero líder no obliga. Un líder verdadero inspira, motiva y provoca la admiración y el respeto de las personas.
Nuestros hijos han dejado de respetarnos y admirarnos porque nosotros hemos dejado de ser verdaderos líderes para ellos.
Nunca he sabido (mucho menos oído) de alguien que maldiga a quien respeta y admira. ¿Te das cuenta dónde radica el verdadero problema?
Podemos hacer algo por cambiar esta situación y debemos partir...¡¡por casa!!
Espero que estas lineas hayan sido de bendición. Continuará...

Pastor Gabriel Torres A,
Licenciado en Educación, Intérprete de Ministros del Evangelio
Por invitaciones contactar al 3170945 o al celular 09 8 2535073

martes, 3 de junio de 2008

¿A qué te estás dedicando?

Para la vida del mundo actual la palabra clave parece ser "éxito". O eres exitoso en lo que haces o no eres nadie. Pero no olvidemos queridos hermanos en el Señor, que nosotros no tenemos un llamado al éxito en términos humanos o terrenos, sino a la "fidelidad". Mucho de lo que los hombres llaman éxito, a los ojos del Señor no es más que paja, heno y hojarasca.
Es bien cierto que "los caminos del Señor son más altos que los nuestros" y ciertamente lo son también los parámetros con los cuales Él mide nuestros resultados. Para muchos Noé es considerado un fracaso como predicador, pero a los ojos del Señor, el fue exitoso, aunque no se salvaron más que ocho personas en el arca.
Nuestro real éxito consiste en ser fieles a Dios en el llamado que hayamos recibido de Él en cualquier circunstancia. Más allá del número de hermanos que se congregan en nuestros templos o la cantidad de obras que podamos abrir, o los equipos de vanguardia que podamos tener o cualquier otro logro, seremos realmente exitosos el día que habiendo entrado en el Reino de nuestro Padre, Él pueda decirnos: "bien hecho, buen siervo y fiel" ¡¡Esos son los que entrarán en el gozo de su Señor!!
Ser exitosos es poder llegar a decir (cualquiera sea el llamado que Dios nos haya hecho) como nuestro Señor y Maestro: "Consumado es". ¿Puede haber un gozo mayor?